7 de junio de 2010

"CÓRDOBA, LEJANA Y SOLA..."

"Córdoba, lejana y sola, ofrecida y ausente, es un reducto no vulnerado de la vida..."
El viaje a Córdoba es el último que realizan los alumnos del centro como tales, por lo que podríamos decir que tiene una doble naturaleza; por un lado, supone una despedida; por otro, puesto que se lleva a cabo una vez finalizada la segunda evaluación, puede considerarse como el descanso del guerrero antes de encarar el desenlace de una historia que se acaba.
La primera parada, antes incluso de llegar al hotel, no es apropiada ni aconsejable: es necesaria. Desde las altas ruinas de Medina Azahara contemplamos los vestigios de un esplendor pasado y, a lo lejos, extendida sobre la llanura del valle, la Córdoba del presente como un todo que ya te cautiva antes de sumergirte de lleno en sus calles, que atravesamos como una horda en busca de algo que llevarse al gaznate, y sobre esto poco se puede decir que no se sepa, aunque Antonio Muñoz Molina lo resume muy bien cuando dice que "en algunas tabernas de Córdoba la penumbra y el vino son dos obras maestras del placer de vivir".
Las visitas son muchas: el Palacio de Viana, con sus patios y sus grandes estancias laberíntiscas; el museo de Julio Romero de Torres; el Alcázar y sus jardines, que invitan al descanso de la mente y el disfrute de todos los sentidos; por supuesto, la Mezquita...; pero sobre todo, sus calles estrechas, que te envuelven en una atmósfera plena de tiempo y de vida.
Mención a parte merece el Domingo de Ramos en el que nos trasladamos durante unas horas a la capital de la Bética. En Sevilla visitamos su museo, la pinacoteca más grande del país, después del Prado, y asistimos a lo que muchos pueden considerar un lujo (también en el infierno ha de haberlos): sus multitudinarias procesiones y un puente de Triana abarrotao... En la Plaza de España, ya bien entrada la tarde, nos reunimos y regresamos a Córdoba, donde no queda más que despedirse, pues al día siguiente toca regreso exhausto y melancólico con la sensación de haber dejado algo importante en aquellos parajes que nunca se ofrecen como extraños y donde parecen tener cabida todas las almas.
David Gabarrón Sánchez, Departamento de Filosofía

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran descripción de un viaje inolvidable!