28 de febrero de 2011

TEATRO: "EL PERRO DEL HORTELANO"

Como casi todos los años, el departamento de lengua organiza una salida al teatro. En éste hemos podido disfrutar de la representación de “El perro del Hortelano” de Lope de Vega aunque con adaptaciones y recortes de personajes y diálogos. Diana es una noble del siglo XVII que al enterarse de que una  de sus criadas, Marcela, y su secretario, Teodoro, están enamorados y a punto de comprometerse sufre un ataque de celos que la lleva a un dilema moral de la época: estar con Teodoro pese a su posición social; o dejar que éste se case con Marcela pese a su amor por él. El desenlace de la obra depende de Tristán que inventa que el secretario es el hijo desaparecido de un conde, así, con esta nueva posición social de Teodoro, Diana y él pueden hacer efectivo su enlace.
Salimos de San Javier a las ocho y media y en una hora, más o menos, ya estábamos allí, en el Campus de Espinardo. La obra comenzó en breve y todos cogimos asiento para verla. La coordinadora del evento nos dio la bienvenida y los cuatro actores empezaron a trabajar. La acción transcurría entre la casa de la protagonista y la calle, por lo tanto, contamos con un cambio de escena que fueron los biombos a los que les daban la vuelta.
La interpretación de cada uno de los actores en cada papel que tenían asignado fue espectacular, aunque se hizo un poco difícil  diferenciar a algún personaje, pues sólo había cuatro actores y la mayoría tuvieron que representar más de uno. Lo curioso de esto es que le suma más mérito a su interpretación. La gesticulación y los movimientos corporales nos sacaron más de una sonrisa e hicieron que nadie parpadeara durante la escenografía.
En cuanto a los aspectos técnicos, la iluminación estaba hecha a base de focos superiores y otros en el borde del escenario con una forma particular: coliflores de plástico. El sonido tuvo unos pequeños problemas, casi insignificantes, y es que, de vez en cuando, se le iba la sensibilidad a los micros.
Tras un breve diálogo con los actores tras la representación, abandonamos la sala y tuvimos un descanso para tomarnos el almuerzo. Llegamos a San Javier a las doce y, creo que hablo por todos si digo que, con un buen sabor de boca tras degustar los placeres del arte del teatro.
Eva Meroño

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