9 de junio de 2010

¡SUERTE, PROMOCIÓN DE BACHILLERATO 2010!

Quizás muchos de nuestros (ex)alumnos no sean todavía conscientes del significado real de esta graduación. O tal vez sí. O puede que vayan tomando tierra estos días que se avecinan y en los que, a diferencia de otros junios, no pisarán las aulas de este centro que ha sido, lo quieran ellos o no, una parte importantísima de sus vidas.
Cierto que la fiesta de graduación estuvo genial, que fue el broche perfecto con el que cerrar esta etapa, definitivamente sellada, sin oportunidad de retorno. Como viene haciendo desde su nacimiento, la cámara de fotos guardará incólume el recuerdo de esa noche para la posteridad, de modo que cada uno tendrá una instantánea en el álbum de su historia personal.
Pero la fiesta constituye solamente, como dijimos, el broche final de esta fase, la entrada triunfal en la meta de esta etapa del tour, un punto y aparte al que seguirán otros párrafos. Todos sabemos que lo realmente importante no es el destino, sino el viaje: el sudor y las piedras y el polvo del camino que han manchado y herido nuestros pies con cicatrices indelebles que nunca nos abandonarán: el chico o la chica que conociste en primer curso y que te acompañó durante todo el camino (tal vez lo siga haciendo), el que te pasó las chuletas de historia en el examen final, la que te prestaba la calculadora en clase de mates, quien se sentaba a tu lado y también quien reinaba en la parte trasera del aula; la pared en la que colgaste tu primer óleo, el cuaderno en el que grabaste tu primer poema, el rincón secreto en el que preservabas tus conversaciones de los oídos indiscretos, el esguince de tobillo al saltar en el patio, tu primer marca personal, quedar el primero en Francés; el profe que te ayudó a llegar a bachillerato, el que te abrió los ojos a la trigonometría o la química, ese que te hizo comprender que la Filología no era lo tuyo; el viaje (los viajes) a Italia, Córdoba, París..., la excursión de Ciencias, la obra de teatro que te transportó a la Grecia antigua, el autobús donde echabas el último sueño; la conserje que te sonreía cuando hacías las fotocopias, el que te gritaba cuando entrabas a deshoras en la cantina, los ruidos al sonar el timbre, los empujones, las risas, los silencios...
El viaje ha sido lo más enriquecedor, lo más importante. Cerráis una etapa, pero abrís la puerta de otra no menos emocionante. Perseguid la meta, pero vivid y exprimid al máximo cada uno de los instantes.
¡SUERTE EN EL CAMINO!


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