8 de diciembre de 2009

NUESTRAS PALMERAS SE HAN MUERTO. ¿QUIÉN ES EL RESPONSABLE?

La pérdida no es pequeña. Eran tres y formaban parte de la pequeña historia interna del Ruiz de Alda y de nosotros. Las dos primeras, las más grandes, se murieron en silencio, como se muere la vida en el campo. La última, situada frente a la puerta exterior de la cantina, era una palmera más urbana y se murió haciendo ruido. Desde que el último ventarrón tumbó sus hojas supimos lo que le ocurría: otra víctima del maldito picudo rojo. Sólo tuvo que pasar una semana para que nuestra palmera escandalizara a todo el que pasaba con su muerte: ¿pero es que nadie puede hacer nada para parar este escándalo? Al final, cuando el último toque de timbre de una mañana nos dejó marchar, vimos el triste tocón que quedaba de nuestra palmera, de nuestra compañera. Una pregunta queda pendiente de la tristeza: ¿es sólo el picudo rojo el responsable?

La muerte, que va siendo multitudinaria, de nuestras palmeras supone una grave pérdida de nuestro patrimonio vegetal. Las palmeras son a esta tierra casi lo que el sol: sin ellas ya no parece nuestra tierra.

Parece ser que la principal responsable del desastre es la avaricia de los constructores de los golf-resort. Corría tanta prisa acondicionar los campos que nadie pensó en la necesidad de un control adecuado de las especies importadas por millares. De nuevo, los poderes públicos no protegían los intereses de los ciudadanos de la poca conciencia de algunos empresarios.

Una vez aquí el picudo, pareció que se reaccionaba con premura: cuando se producía la baja de alguna palmera se procedía a quitarla enseguida para que no se extendiera la plaga e incluso se indemnizaba a la persona afectada. Pero fue un espejismo: en estos momentos las palmeras muertas se pudren durante meses y constituyen en ese tiempo un excelente sistema de cría del insecto para que emigre y afecte a otros ejemplares. Si desde el principio y continuadamente se hubiera hecho un fiel seguimiento de la infección y se hubiera llevado adelante un tratamiento insecticida adecuado, quizás no se hubiera terminado con el problema pero seguro que estaría más controlado que lo que lo está ahora. Porque el hecho es que hoy estamos ante un auténtico desastre ecológico… y ninguna institución pública parece darse por enterada.
¿Hasta cuándo tendremos que esperar para que se tomen medidas serias para controlar el desastre? ¿Es posible que nuestros políticos estén esperando a la próxima campaña electoral para rentabilizar el malestar del ciudadano al respecto? ¿NADIE RESPONDE?

Por si fuera poco, la indemnización que se daba al ciudadano que había perdido una palmera al principio se ha tornado en un precio escandaloso (¿250 euros por unidad?) por retirar la palmera afectada. Por cierto, sólo una empresa puede hacerlo (¿?).

El picudo rojo ataca especialmente a la Phoenix canariensis. Pero también a la dactylifera y cuando desaparecen ambas dicen que terminará afectando a las washingtonias. ¿Y después?

De momento, el único tratamiento relativamente efectivo parece ser un producto químico denominado Imidacloprid, ¿Por qué no se hace un tratamiento masivo y periódico en todas las palmeras del municipio hasta que surja algún otro método más efectivo? ¿Hay mejor manera de emplear los altos impuestos que se pagan en San Javier?

En fin, parece evidente que no es sólo el picudo rojo el responsable de este desastre ecológico, aunque sí el ejecutor. Para que lo conozcáis, ahí van unas fotos de su ficha policial:
Inocencio Gallego Benito, Dpto. Ciencias Sociales